viernes, 3 de septiembre de 2010

EL ESPÍRITU QUE MORA EN NOSOTROS


Los hombres divagan en su caminar cada cual según su propio parecer, andan cautivos del deseo del placer, nada parece que les pueda satisfacer y su egoísmos  los hace tropezar. Así también  es frecuente ver a muchos creyentes en su caminar por la vida.
El Padre Dios, atento a la necesidad de sus hijos siempre ha hecho oír su voz, el siempre con la provisión que los hombres necesitamos. Siempre llamándonos…
Isaías 55: 1 ¡Venid, todos los sedientos, venid a las aguas! Aunque no tengáis dinero, venid, comprad y comed! ¡Venid, comprad sin dinero y sin pagar, vino y leche!   2¿Por  qué gastáis el dinero en lo que no es pan y vuestro trabajo en lo que no sacia? ¡Oídme  atentamente: comed de lo mejor y se deleitará vuestra alma con manjares!  3 Inclinad vuestro oído y venid a mí; escuchad y vivirá vuestra alma. Haré con vosotros un pacto eterno, las misericordias firmes a David.
El Padre muchas veces desde la antigüedad en la voz de los profetas llamando.
Dios. Llama al pueblo a apartarse de las influencias babilónicas en su exilio, y que pueda gozar del alimento espiritual que le ofrece su Dios. Y Dice: Comprad sin dinero; La vida abundante que el Señor ofrece no tiene precio.
Las misericordias firmes a David: define el pacto eterno de Dios en términos de lealtad divina al pacto de David. Proveyéndoles la tierra de la provisión en la cual cohabitar con su pueblo, un pueblo que estando en su presencia no tardaba en volverse tras los ídolos, la codicia y el egoísmo para con su prójimo.
Dios ha confirmado su voluntad de dar cumplimiento a su pacto, pero mejor aun a un mejor pacto trajo al cumplimiento de su promesa llamando a los hombres, él mismo elevando su propia voz sin intermediario alguno y haciéndose visible, para manifestar su presencia y su deseo de no apartarse más de los hombres y permanecer en ellos hizo oír su voz.
Juan 7: 37  En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: —Si alguien tiene sed, venga a mí y beba.  38El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva. 39Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él, pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.
Es algo que podemos comprobar frecuente; muchas veces aunque ponemos nuestra mirada en él casi tan inmediato nuestra mirada nuestro sentir y pensar ha quedado distraído fuera de él. Es como volver a repetir la experiencia del encuentro maravilloso estando a punto de beber del agua de su Espíritu a punto del primer sorbo mojando nuestros labios y siendo tan maravilloso nos detuvimos ahí sin continuar la experiencia, hemos sido interrumpidos, corriendo tras la preocupación y lo urgente algo que se a hecho tan importante, de pronto tan insatisfechos y algo extraviados sentimos imposible completar la experiencia, la vida que nos prometió…
Se trata pues de ser saciados de Jesús, de estar plantado en su presencia de no quitar el corazón de él, una gota de agua no llena el estanque, de no detener la corriente de agua que vemos como comienza a llenar el estanque y dejarlo rebalsar, dejarlo que siga ser algo más que un estanque, se trata de ser saciado la sed, y de convertirse en algo más que una fuente, aun más en canales para la revitalización espiritual de otros.
La figura de ríos contrasta con la de «una fuente» e ilustra la diferencia entre el nuevo nacimiento y la experiencia de la plenitud de una vida llena del Espíritu.
Jesús usó la expresión agua viva para referirse a la vida eterna. Aquí utiliza la expresión para referirse al Espíritu Santo. Los dos van juntos: dondequiera que se acepte el Espíritu Santo, trae vida eterna. Jesús enseña más acerca del Espíritu Santo.
Juan 6: 36 Pero ya os he dicho que, aunque me habéis visto, no creéis.  37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí, y al que a mí viene, no lo echo fuera.  38 He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
La comida cuesta dinero, dura poco tiempo y solo satisface necesidades físicas. Pero Dios nos ofrece alimento gratuito que nutre nuestra alma. ¿Cómo lo obtenemos? Vamos, oímos, buscamos y clamamos a Dios. La salvación de Dios se ofrece gratuitamente, pero para que nuestras almas debemos recibirla con vehemencia.
Moriremos de hambre espiritual sin su alimento, como sin duda moriremos de hambre física sin el pan diario. No podemos sobrevivir en el desierto sin agua y alimento.
Es el estar plantado en su presencia en la intimidad de la adoración, en la abundancia de su Espíritu fluyendo desde nuestro interior y fundirnos en uno, su Espíritu  y nosotros. Es creerle, es Fe y no retroceder… el hacer su voluntad  es lo nos hará estar saciados… eso es beber de él … lo que él es.